Tan pronto como llegue a verlo por que deseo hacerlo y espero cumplir mi promesa , mi madre me llamó por teléfono y, con admirable tranquilidad —la paz de los que tienen fe, una paz que siempre me fue esquiva—, me dijo que mi quería verme, que estaba preguntando por mí, que debía darme prisa porque la situación era grave y le quedaban pocos días de vida y amor.Asustado, raudo fui al dia siguiente. tenía la soledad dibujada en el rostro. a duras penas podía hablar. Hizo un gran esfuerzo para sostener una breve conversación conmigo. Se interesó por mis asuntos con una generosidad que me impresiono. al parecer, estaba orgulloso porque ,cuando le conté que tenía un pequeño problema de salud, se interesó vivamente, me hizo preguntas (ignorando que cada palabra que pronunciaba empeoraba su situación ) esfuerzo que hizo para describir el tratamiento que debía seguir para aliviarme de esa molestia. Por
eso le dije:
—Qué bueno ver que estás tan bien de la cabeza. Mi padre me guiñó el ojo, sonriendo, y dijo:
—ya estaré junto a ustedes en casa.
Fue sorprendente que me guiñase el ojo con tanto afecto, como nunca antes lo había hecho. Fue
un momento entrañable, que me conmovió. A pesar de los años que no lo habia visto y su imagen en mi mente era realmente vaga como cuando se fue por mi y mis hermanas y ahora su cuerpo estaba casi paralizado por la enfermedad, con sólo mover levemente un ojo me había dicho que todo estaba bien entre nosotros, que no estaba molesto, que tal vez, al final, después de tantos desencuentros y extravíos, se sentía orgulloso de mí, o al menos en paz conmigo, y que esa complicidad que existía entre nosotros como cuando ,al colegio me esta dirigiendo una tarde y no habia dinero que darme , entonces s ele ocurrio romper mi alcancía que tenia unas cuantas monedas ,diciéndome que ante la austeridad de nuestras vidas era lo que podia hacer, ya a tiempo despues supo recompezarme de la mejor manera todavía nos unían, a pesar de todo. Poco después, la enfermera le pidió que comiese algo y él dijo que no tenía hambre, pero, como ella insistió, él pidió un helado de chocolate .Bajé a buscar con, mi hermana, y compramos un helado de fresa, porque no había de chocolate. Cuando mi madre le dio el helado en la boca, no pude evitar pensar cuántos helados le debía a papá, cuan tardío e insuficiente era este último helado. y hasta que antes muriese, lo cuidaríamos con las mejores atenciones y todos los dias le pediria perdón por no haber podido ser el hijo que él merecía.
Despierto malhumorado, odiando es maldita puerta de la azotea que no para de sonar esos ruidos chillosos y pensando que debo encontrar una manera de arreglar o acabarlo destrozándola sin que mis hermanas y mama sepan que fui yo. Camino al baño la puerta sigue ruidosa
y me pregunto si debo llamar al cerrajero no para que lo arregle sino para que se lo lleve ya que mas antes ya lo habían reparado , y que en un acto de caridad yo se la regalaba , que tantas veces me despierta durante la noche. Y, claro, la noche ...
eso le dije:
—Qué bueno ver que estás tan bien de la cabeza. Mi padre me guiñó el ojo, sonriendo, y dijo:
—ya estaré junto a ustedes en casa.
Fue sorprendente que me guiñase el ojo con tanto afecto, como nunca antes lo había hecho. Fue
un momento entrañable, que me conmovió. A pesar de los años que no lo habia visto y su imagen en mi mente era realmente vaga como cuando se fue por mi y mis hermanas y ahora su cuerpo estaba casi paralizado por la enfermedad, con sólo mover levemente un ojo me había dicho que todo estaba bien entre nosotros, que no estaba molesto, que tal vez, al final, después de tantos desencuentros y extravíos, se sentía orgulloso de mí, o al menos en paz conmigo, y que esa complicidad que existía entre nosotros como cuando ,al colegio me esta dirigiendo una tarde y no habia dinero que darme , entonces s ele ocurrio romper mi alcancía que tenia unas cuantas monedas ,diciéndome que ante la austeridad de nuestras vidas era lo que podia hacer, ya a tiempo despues supo recompezarme de la mejor manera todavía nos unían, a pesar de todo. Poco después, la enfermera le pidió que comiese algo y él dijo que no tenía hambre, pero, como ella insistió, él pidió un helado de chocolate .Bajé a buscar con, mi hermana, y compramos un helado de fresa, porque no había de chocolate. Cuando mi madre le dio el helado en la boca, no pude evitar pensar cuántos helados le debía a papá, cuan tardío e insuficiente era este último helado. y hasta que antes muriese, lo cuidaríamos con las mejores atenciones y todos los dias le pediria perdón por no haber podido ser el hijo que él merecía.
Despierto malhumorado, odiando es maldita puerta de la azotea que no para de sonar esos ruidos chillosos y pensando que debo encontrar una manera de arreglar o acabarlo destrozándola sin que mis hermanas y mama sepan que fui yo. Camino al baño la puerta sigue ruidosa
y me pregunto si debo llamar al cerrajero no para que lo arregle sino para que se lo lleve ya que mas antes ya lo habían reparado , y que en un acto de caridad yo se la regalaba , que tantas veces me despierta durante la noche. Y, claro, la noche ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario