CADA DIA ES UNA NUEVA VIDA

CADA DIA ES UNA NUEVA VIDA
Utiliza tu imaginación, no para asustarte, sino para inspirarte a lograr lo inimaginable

lunes, 15 de marzo de 2010

Esa ola brava que debo correr

Autor: Jaime Bayly FUENTE : Peru 21
Cuando llego a Lima y salgo a caminar y converso con alguna gente amable que se acerca a saludarme, me sorprende que casi todos me pregunten con simpatía o con cierto aire de complicidad:
-¿Pero vas a ser candidato o es una broma, Jaimito?
Quizá no debería sorprenderme, porque llevo más de veinticinco años haciendo bromas en televisión y, por lo tanto, es razonable que la gente sospeche que esto de mi candidatura es sólo una broma más y que no voy en serio.
Pues resulta que no es una broma, que voy en serio, y así les digo a quienes me preguntan si se trata de una humorada para embaucar a los incautos:
-Voy a ser candidato de todas maneras. Ya soy candidato. No es broma.
Cuando les digo que la cosa va en serio, me parece que se alegran o que eso es lo que esperan de mí, esperan que no me tome este asunto a la ligera, frívolamente, y que tenga el coraje de dar la batalla sabiendo que lo más probable es que la pierda.
-Voy a ser candidato aunque está bien jodido que gane –les digo a mis amigos y simpatizantes en las calles que suelo caminar.
-No creas, Jaimito –me animan ellos–. En el Perú cualquier cosa puede pasar. Mándate, hermano. Por ahí la haces. En este país gana cualquiera.
He escuchado eso incontables veces y me lo dice gente que al parecer me tiene simpatía o tiene ganas de votar por mí y no sé si es un elogio (creo que no) o la resignada y melancólica conclusión de que en el Perú cualquier loco aventurero con fuego en el estómago puede llegar a ser presidente.
Y yo soy un loco aventurero con fuego en el estómago, que no queden dudas sobre eso.

Lo soy desde que mi padre me llevaba al colegio y me decía que sería un fracasado, un perdedor, un locutor de Ovación de Radio El Sol, un Perú en Sintonía, lo soy desde que decidí a los quince años empezar a ganar mi propio dinero en el diario La Prensa para emanciparme de la dictadura de mis padres, lo soy desde que me puse el terno de mi abuelo que me quedaba grande y decidí que aquella tensa mañana, a los dieciocho años, saldría por primera vez en televisión para demostrarle a mi padre que no sería un fracasado, un perdedor, un locutor de Ovación, para demostrarle que al menos podía ser columnista político de La Prensa y comentarista de televisión.

O sea que el fuego en el estómago (un fuego que no se apaga nunca, un fuego que crece con el tiempo) se lo debo a mi padre y el espíritu de loco aventurero lo debo a los genes de la familia de mi madre (solo una loca aventurera sería capaz de quedar embarazada doce veces y tener diez hijos, sólo una loca aventurera adorable como ella sería capaz de sobrevivir a mi padre).

O sea que la cosa va en serio, y si llego vivo a diciembre o enero, inscribiré mi candidatura presidencial porque siento (quizá es una ilusión megalómana, pero es lo que siento de veras) que hay un número no menor de peruanos que quieren que sea candidato, que se sienten representados por mi locura torera, que sienten que de algún modo defiendo sus ideas o sus ilusiones para que algo cambie por fin, y no quiero defraudarlos, no quiero darles la espalda y decirles no, compadrito, yo no estoy dispuesto a ensuciarme los zapatos en el sucio pantano de la política, yo me quedo tranquilo en mi casa escribiendo y haciendo televisión y juntando toda la plata que pueda, para qué coño me voy a meter a la política, que es como jugar a la ruleta rusa con cuatro de los cinco proyectiles cargados en el revólver, porque la política peruana es así, si no te matan, te meten preso, y si no te meten preso, te escupen y te insultan y te odian y mean sobre tu tumba los mismos que cuando fuiste candidato te dijeron buena, Jaimito, yo estoy contigo hermano, yo voto por ti, cuenta con mi voto, Jaimito.

Esa es una de las pocas certezas que poseo por estos días: que así como no me faltó valor ni fuego en el estómago para ir con mi uniforme escolar a pedir un trabajo en La Prensa a los quince años, y así como no se me extinguió el fuego en el estómago para madrugar un domingo de noviembre y vestir el terno de mi abuelo que me quedaba grande y dirigirme temblando de miedo a salir en televisión por primera vez y sin leer de la cámara el teleprompter, no, nada de trampas, diciendo tieso y de paporreta todo lo que había memorizado en la noche insomne, tampoco me faltarán ahora agallas, cojones, garra, desplante torero, tampoco me faltará ahora el incombustible fuego en el estómago que encendió mi padre sin saber adónde me llevaría esa hoguera que él prendió porque otros la habían prendido antes en su estómago maltrecho, un fuego que él intentaba apagar o sofocar a base de buen trago escocés.

Y entonces algunos de mis amigos o espontáneos que me saludan y se me acercan cuando salgo a caminar me preguntan lo que tiene toda lógica preguntarme:
-¿Pero por qué quieres ser presidente, Jaimito, si la política es una mierda y tú ganas más billete en televisión?
Yo los miro con una media sonrisa porque todas las noches me hago la misma jodida pregunta.
-¿Por qué quieres ser presidente, hermano, si en el Perú los presidentes terminan todos presos o fugados y a ti seguro que te van a matar en la campaña?
Y entonces yo suelo responder lo que me nace de los cojones:
-Si me matan en la campaña, sería una manera gloriosa de morir.
Y luego digo:
-Y si no me matan y llego a ser presidente, hay una sola cosa que me obsesiona, y es que no es justo que mis hijas se puedan educar bien porque tienen plata y que los niños pobres no puedan educarse bien.
Y ese es el sueño que me anima a ser candidato y a jugarme la vida para ser presidente:
-Si soy presidente, me dedicaré cinco años no a hacer bromas ni a hacer plata, sino a trabajar para que todos los niños del Perú puedan educarse igual de bien, tengan plata o no tengan plata sus padres, y para que los niños más pobres puedan educarse tan bien como se educan mis hijas y cuando salgan del colegio hablen inglés y sepan moverse en el mundo de las computadoras y puedan competir académicamente con mis hijas.

Y entonces yo siento (y luego lo veo reflejado en las encuestas, al menos en las encuestas de Lima) que la gente que me ha visto en televisión hace más de veinticinco años, y que se ha reído o no tanto con mis bromas, y que ha leído mis novelas o parte de mis novelas (o que no ha leído mis novelas pero sabe de ellas mejor que yo mismo porque alguien se las ha contado mejor de lo que yo hubiera podido contárselas), y que ha gozado o padecido con mis escándalos hedonistas, y que me tiene ya como un personaje familiar (no necesariamente estimable, pero familiar, como todo familiar), espera que ahora, ya con cuarenta y cinco años, ya con dos hijas que son unas mujeres que podrían hacerme abuelo, ya con doce novelas publicadas si no son trece porque uno va perdiendo la cuenta, ya con tantos kilómetros recorridos llevando de una ciudad a otra la pequeña carpa que monto para hacer mi circo deslenguado en todas las televisiones que me son hospitalarias, esa gente que ha crecido conmigo espera que ahora yo crezca ante ella y decida que ya estuvo bueno de ser humorista y novelista, que ya estuvo bueno de ganar dinero y vivir la vida loca, que ya estuvo bueno de jugar a ser el eterno adolescente malcriado y que ya viene siendo hora (porque la muerte se acerca) de tomarme las cosas en serio y estar a la altura del desafío que el destino me ha planteado y que, a la hora de la verdad, todo se reduce a tener ideas, pero sobre todo a tener un buen par de cojones para luchar por esas ideas, todo se reduce a no dejarse intimidar por el miedo, a no dejarse derrotar por la abulia o la apatía, a no abandonarse a la vida predecible, cómoda y aburguesada que ha vivido casi toda mi familia y a sentir que el fuego en el estómago que encendió sin querer mi padre sigue vivo en mí y que debo ser candidato a presidente para honrar la memoria de mi padre (una memoria que tantas veces he mancillado injustamente) y que si gano y termino siendo presidente y no locutor de Ovación o vendedor de tiendas Tía como él pronosticaba estragado por la resaca, miraré al cielo y le diré a mi padre esto es por ti, viejo, esto te lo debo a ti, y creo que mi padre estará por fin, allá lejos, donde quiera que esté, orgulloso de mí, que es algo de lo que no fui capaz cuando el viejo estaba vivo, pero ahora el viejo sigue vivo, vive en mí, vive en el fuego que arde en mi estómago, vive en los cojones que él me legó para no temerle nunca a la ola brava que viene levantándose allá lejos en la rompiente, como en aquellos tiempos en que mi viejo y yo nadábamos apretando los dientes sin saber si llegaríamos a sobrepasar la ola antes de que reventase o si la ola nos revolcaría, pero en cada brazada, en cada brioso y enérgico y desesperado movimiento que dábamos para llegar a ella ardía en nosotros el mismo fuego en el estómago, la pareja certeza de que los que vacilan o se acobardan ante la ola que viene creciendo allá lejos son los que terminan ahogados, arrastrados por ese olón malparido, y que para bajar esa ola brava a pechito como la bajábamos mi viejo y yo hacen falta tener cojones y saber que ninguna ola es más grande que las llamaradas del fuego que consume mi estómago y por eso, por ti, papá, iré dando brazadas a alcanzar esa ola del carajo que son las elecciones presidenciales y, como tú me enseñaste, bajaré la ola a pechito y no sé si ganaré o no, pero te prometo que no me quedaré acobardado a mitad de camino por grande y amañada que venga la ola y te prometo que cuando la baje a pecho y la someta al imperio de mis cojones miraré al cielo y sonreiré por ti, porque esa ola que debo correr te la debo a ti, viejo cabrón que te haces extrañar, esa ola brava que debo correr la voy a correr para que estés por fin orgulloso de mí, y si la bajo y gano, el triunfo será tuyo, irá por ti.

CREO QUE LOS PERIODISCOS SON LOS MAS MENTIROSOS DE TODOS LOS MEDIOS DE COMUNICAICON , SIEMPRE ESCRIBEN MAS DE LA CUENTAN Y ESTO ES UN CLARO EJEMPLO .EL DIA DOMINGO EN LA EDICION DEL DIARIO CORREO APARECIO LO SIGUIENTE

ACCIDENTE FATAL EN CHONGOS ALTO

Chofer muere al despistarse auto

14 de Marzo del 2010

HUANCAYO Sentado en el volante, con golpes y hematomas de consideración, hallaron el cuerpo sin vida de Edison Alegre Vásquez Huamán (33), quien pereció al despistarse con su auto color beige.
La madrugada del viernes ocurrió el accidente. Pobladores del distrito de Chongos Alto informaron del accidente a la Policía. Al llegar a la carretera de penetración, cerca al cementerio general de Chongos Alto en una pendiente de 7 metros, los agentes policiales hallaron volteado el auto beige de placa BK-6718. La Policía trasladó el cadáver del conductor que deja esposa y dos hijos, a la morgue de Huancayo.
ROSARIO RODRÍGUEZ

Para empezar yo estuve en el lugar del accidente hasta puede decirse que fui uno de los primeros en estar en lugar de los hechos, empecemos fue en el distrito de Chicche y no en chongos alto como asegurar el articulo en el anexo de vista alegre y cerca del cementerio de este lugar no de chongos alto como afirma la periodista, el auto era de color plomo,y no beige como se menciona,y hay algunos datos que nose mencionan , como el hecho de que el carro se dirigia hacia huancayo , son muchas cosas las que estan mal en el articulo creo que antes de publicar uno alguien debe informarse bien y no poner lo que cualquiera le dice creo que por algo son periodistas o por ultimo no publicar el articulo. ¿PERO SE INFORMARA BIEN ALA CIUDADANIA O SIMPLEMENTE ES UN CUMPLIMIENTO DE OFICIOS OJALA NO SEA ASI,? ESTAREMOS ATENTOS.